” Cuando existe una meditación profunda se va desvaneciendo la existencia material” Pero actualmente estamos siendo engañados por la mente que nos hace creer que la palabra yoga significa posturas y respiración, pero ¡NO ES ASI!, por lo tanto, vivimos en la ilusión mental de creer que estamos en un camino espiritual o somos más espirituales
La aparición de las redes sociales en nuestro mundo vino a cambiar no solo la manera en la que nos relacionamos sino la manera en la que nos comunicamos y mostramos a los demás todo nuestro diario vivir (además como si a alguien realmente le importara o como si fueramos alguien muy especial a ser vistos diariamente), entre una actividad más pusimos el “hacer yoga” lo que ayudó a la expansión de la industria, comercialización sobre fundamentos completamente erróneos.
El fenómeno comenzó hace tiempo pero con la llegada de la pandemia y la necesidad de acceder a plataformas online, este fenómeno sufrió una evidente aceleración. Y la necesidad por mostrarse, por ofertarse, aumentó.
La imagen del yogui ascético, renunciante, salvaje (porque no le importa como luce su cuerpo fisico) , un santo, que busca en el yoga un camino a la liberación, está cada vez más borrosa en nuestro imaginario colectivo y se ha visto desplazada por el estereotipo de una mujer (también podría ser un hombre, pero la imagen arquetípica que remplaza al santo es una mujer blanca, delgada, con ropa ajustada o ajustadisima, más bien diría yo, mostrando sus “six pack” abdominales, o las piernas reafirmadas, o hasta tomando ¡vino o cerveza! posando no desde la búsqueda espiritual sino desde un evidente “concepto corporal” y de “compren mi producto” o para resaltar cierta estética que puede invitar al cliente a pensar: ” si yo quiero tener un cuerpo así” completamente desviado de lo que significa el “yoga” además con una sorprendente y firme convicción de que esa practica le hace ” ser más espiritual, más cool” o le pone en un una esfera social donde la realidad no le alcanza porque ese prototipo se construye a si mismo una burbuja “social-espiritual” que no tiene nada que ver ni con el espíritu ni con Dios.
Incluso aqui, la cosificación de la mujer se vuelve a dar, pero esta vez por las ¡propias mujeres!. Ciertamente existen diferentes tipos de yoga como hata, ashtanga, kundalini, Iyengar y más y que cada una de ellas tiene posturas que requieren cierta flexibilidad,lo que en una percepción mundana expresa una disposición sexual en el mundo erótico, del porno y en el de la publicidad. ¿Por qué? Porque las posturas que se asumen haciendo uso de una extrema flexibilidad demuestran pasividad y vulnerabilidad.
“Así, sexo y yoga van de la mano en las expresiones pornográficas que actualmente se consumen, unas menos problemáticas que otras.Fuera del mundo pornográfico y publicitario, en un espacio espiritual, supondríamos que no se activan este significado, pues no necesariamente alguien que asume un posición exigente en términos de flexibilidad quiere expresar esta disposición sexual, tenemos al ballet, la gimnasia. Sin embargo, al yoga le ha convenido subrayarlo, usarlo para su beneficio y explotarlo.Esta pasividad y la vulnerabilidad sexualizadas en el mundo del yoga causa preocupación en un estado de las cosas en el que el abuso sexual parece la norma más que la excepción” (1).
“Por otro lado, caemos en la trampa del mundo de consumo en que vivimos una postura, un asana (que por cierto significa sentado y no postura) se convierte fácilmente en una pose, en posar ante una cámara, ante la mirada y el reconocimiento del otro.En la actualidad las poses de yoga viven un desmesurado romance con las redes sociales, en particular con Instagram. En redes sociales en muy poco tiempo hemos pasado de utilizar el texto a privilegiar la imagen y con ello la comunicación volvió a cambiar.A causa de esto se desató una descarnada competencia por llamar la atención, ya sea para captar más seguidores, más clientes, mayor audiencia, o por la misma necesidad de atención. Los profesores de yoga de repente se vieron inmersos quizás sin darse cuenta, en las dinámicas propias de la economía de la atención. La lucha por ser notado se vuelve cada vez más descarnada, de repente tu ya no anuncias o vendes productos, el producto eres tú y se nota” (2)
” Ademas no se supone que por hacer yoga, te deja de importar el mundo externo y más bien quieres interiorizar?”
“Las redes sociales ya no son un lugar para socializar, se han convertido en un lugar para enganchar y vender, lo cual no estaría mal si no estuviéramos todos, absolutamente todos, atrapados en estas dinámicas. Hacer lo que sea con tal de no perder la atención, con tal de no pasar desapercibido en un mar enorme de ofertas.
Estas poses se volvieron cada vez más intrincadas y en muchos casos cada vez más sugestivas, usando cada vez menos ropa, poses cada vez más atrevidas: piernas abiertas, las manos amarradas tras la espalda, de nuevo demostrando pasividad, el pecho expuesto. Videos grabando desde ángulos que exaltan las zonas erógenas.
Mucho se ha hablado ya de que estas imágenes van acompañadas de alguna frase espiritual o motivacional, lo cual es ridículo”. (3)
¿Qué iconografía se está develando?¿Qué pasa cuando se utilizan estos recursos para promover una filosofía que engloba preceptos como: bramacharya, sattva o tapas?Sobre todo cuando se supone que el yoga en un acto de conexión, que originalmente se hacía en la intimidad del hogar o aislados del mundo.
“¿Cuáles son las narrativas que se alimentan?¿Cuál es la ganancia ante la cosificación, quién se enriquece de esto?No se trata de mojigatería. No estamos hablando de la expresión individual de la sexualidad, que es sana y necesaria y que cada uno define como mejor le parezca. Estamos hablando de la explotación de los cuerpos mayoritariamente femeninos en beneficio, primero, del enriquecimiento de algunos y después, de una narrativa que en la sociedad occidental está más que presente: que nuestro valor recae en nuestra propia sexualización. Esta narrativa está presente en el gremio, estamos hablando de productos, consumo, mercado, sociedad, envoltorio espiritual y estrategia de ventas.Es importante hablarlo en una época donde el feminismo ha hecho un gran esfuerzo por desestimar estos roles asociados a las mujeres, objetos sexuales, disponibles para el consumo. La conversación al respecto se encuentra ahora en su punto más álgido.Ya sé que nos van a decir que el yoga viene de una cultura patriarcal, que qué bueno que las mujeres están ganando visibilidad y poder, pero nunca se ha ganado poder amarrándose uno mismo a las exigencias del mercado. La expresión libre de la sexualidad no está en el mercado, está en la interacción libre y cuidadosa, tierna y comprensiva entre individuos.” (4)
Ahora, ¿vale la pena entregarse a la demanda del consumidor y dejarnos consumir de esa manera?
Yo voto por que la gente lea y estudie los textos sagrados de los Vedas de donde provienen los conceptos de “yoga” “meditación” “mantra” y si quieren ser profesores que primero encarnen estas practicas o al menos te expliquen con precision que significan.
Y voto también por la imagen ascética de santo o santa que reflejan el verdadero propósito del yoga, el cual NO es hacer de tu cuerpo “fit” o esculpirlo, ni de usar poca ropa para tu supuesta “comodidad en tus practicas” porque para eso hay otras rutinas de gimnasio y otros contextos, pues no por mostrar más estomago tengo mayor iluminación espiritual.
Y tu que piensas?
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Deseando tu evolución espiritual,
Navita
(1, 2, 3, 4) Articulo de “Yoguinis en Revuelta”